Los gatos somos muy libres, pero no piense el estimado lector que nuestra libertad es impoluta.
Alejandro –el humano que vive conmigo– me ha dicho que si no hago un post sobre el libro que acaba de publicar junto con su amiga Sandra, no me comprará más latitas Gourmet Gold (Mouse de Buey selecto y Pescado del océano). Su feroz amenaza vulnera claramente los derechos felinos internacionales, pero de momento no cuento con un apoyo legal adecuado.
La vida es así... Todo sea por las deseadas latitas...
El origen de En contra dos
Por Alejandro Crimi
Fenomenología de un misterio
Los encuentros poseen una etiología oculta y misteriosa. Con ellos no funcionan ni la razón ni las estadísticas. Intelectualizar un encuentro es tan impreciso e ingenuo como objetivar un deseo. Por eso, frente a un encuentro, resulta muy conveniente rendirse: nunca sale muy a cuenta intentar controlar los caprichos del destino.
Por otro lado hay que reconocer que los encuentros son tan bellos como los desencuentros, y que solo se diferencian en que los primeros se disfrutan y los segundos se padecen.
Los matices al respecto pueden generar todo un universo de interpretaciones:
- Encontrarse con una persona insoportable, ¿es realmente un encuentro (nefasto) o se trata más bien de un desencuentro con la fortuna?
- ¿Qué tiene que ver la suerte con todo esto?
- ¿Se puede hacer trampa?
- La epifanía del encuentro, ¿necesita contar con un lugar justo y un momento adecuado para manifestarse?
Se podrían plantear cientos de estos tipos de interrogantes, pero dudo mucho que se obtenga alguna respuesta contundente. Responder con alguna certeza a estas preguntas sería tan improbable como encontrarse a Sandra Rehder caminando por calle Princesa, un miércoles de otoño por la tarde, y que luego de charlar con ella durante diez minutos te invite a comer (para el viernes siguiente) empanadas caseras en su departamento.
Conclusión: explicar el fenómeno de un encuentro es tarea imposible, pero la improbabilidad es un factor falible.
La improbable Sandra Rehder
Hubiera sido lógico conocer a Sandra hace tiempo, ya que nacimos en la misma provincia y en el mismo país. En línea recta, nos separaban 194,52 km. Pero nunca apareció en esa época nuestro amigo en común Rubén Romani, quien nos presentó la semana anterior al «encuentro» de calle Princesa. Quizás con Sandra nos pasamos cerca muchas veces, pero tuvieron que pasar algunas décadas para coincidir, suceso que curiosamente ocurrió a más de 12.000 km de nuestras coyunturas natales.
Mi humilde experiencia me indica que hay tres tipos de encuentros:
1- Encuentros con el enemigo: los sujetos encontrados se protegen con una buena armadura, y amablemente intentan joderse sin piedad.
2- Encuentros de ajenidad: los sujetos encontrados cuidan lo que dicen, no se escuchan, mienten un poco e intentan vender algo.
3- Encuentros entrañables: los sujetos encontrados se dan cuenta que no deben cuidarse de nada, comparten fragilidades, comen empanadas caseras y beben buen vino tinto.
Las empanadas que hace Sandra son buenísimas.
Complicidad
Sandra es una artista profesional que canta como los dioses, y yo toco un poco la sánsula. Ella cocina muy bien, y yo tengo experiencias culinarias lamentables. Pero nuestras distancias musicales y gastronómicas no pudieron con nosotros, así que finalmente se impuso la voluntad de hacer algo juntos y decidimos unirnos en una de nuestras pasiones compartidas: la poesía.
En contra dos es un libro de poemas que nace del encuentro y la complicidad. Se acompaña también de la complicidad de dos magníficos poetas: José María Micó (prólogo) y Ferrán Fernández (edición y corrección), y de un fotógrafo de lujo, Ronald Stallard (fotografías y videos de prensa).
Todo lo demás, será de los lectores.
Alejandro –el humano que vive conmigo– me ha dicho que si no hago un post sobre el libro que acaba de publicar junto con su amiga Sandra, no me comprará más latitas Gourmet Gold (Mouse de Buey selecto y Pescado del océano). Su feroz amenaza vulnera claramente los derechos felinos internacionales, pero de momento no cuento con un apoyo legal adecuado.
La vida es así... Todo sea por las deseadas latitas...
EN CONTRA DOS
Poesías de
Sandra REHDER y Alejandro CRIMI
Editorial GORBS
El origen de En contra dos
Por Alejandro Crimi
Fenomenología de un misterio
Los encuentros poseen una etiología oculta y misteriosa. Con ellos no funcionan ni la razón ni las estadísticas. Intelectualizar un encuentro es tan impreciso e ingenuo como objetivar un deseo. Por eso, frente a un encuentro, resulta muy conveniente rendirse: nunca sale muy a cuenta intentar controlar los caprichos del destino.
Por otro lado hay que reconocer que los encuentros son tan bellos como los desencuentros, y que solo se diferencian en que los primeros se disfrutan y los segundos se padecen.
Los matices al respecto pueden generar todo un universo de interpretaciones:
- Encontrarse con una persona insoportable, ¿es realmente un encuentro (nefasto) o se trata más bien de un desencuentro con la fortuna?
- ¿Qué tiene que ver la suerte con todo esto?
- ¿Se puede hacer trampa?
- La epifanía del encuentro, ¿necesita contar con un lugar justo y un momento adecuado para manifestarse?
Se podrían plantear cientos de estos tipos de interrogantes, pero dudo mucho que se obtenga alguna respuesta contundente. Responder con alguna certeza a estas preguntas sería tan improbable como encontrarse a Sandra Rehder caminando por calle Princesa, un miércoles de otoño por la tarde, y que luego de charlar con ella durante diez minutos te invite a comer (para el viernes siguiente) empanadas caseras en su departamento.
Conclusión: explicar el fenómeno de un encuentro es tarea imposible, pero la improbabilidad es un factor falible.
La improbable Sandra Rehder
Hubiera sido lógico conocer a Sandra hace tiempo, ya que nacimos en la misma provincia y en el mismo país. En línea recta, nos separaban 194,52 km. Pero nunca apareció en esa época nuestro amigo en común Rubén Romani, quien nos presentó la semana anterior al «encuentro» de calle Princesa. Quizás con Sandra nos pasamos cerca muchas veces, pero tuvieron que pasar algunas décadas para coincidir, suceso que curiosamente ocurrió a más de 12.000 km de nuestras coyunturas natales.
Mi humilde experiencia me indica que hay tres tipos de encuentros:
1- Encuentros con el enemigo: los sujetos encontrados se protegen con una buena armadura, y amablemente intentan joderse sin piedad.
2- Encuentros de ajenidad: los sujetos encontrados cuidan lo que dicen, no se escuchan, mienten un poco e intentan vender algo.
3- Encuentros entrañables: los sujetos encontrados se dan cuenta que no deben cuidarse de nada, comparten fragilidades, comen empanadas caseras y beben buen vino tinto.
Las empanadas que hace Sandra son buenísimas.
Complicidad
Sandra es una artista profesional que canta como los dioses, y yo toco un poco la sánsula. Ella cocina muy bien, y yo tengo experiencias culinarias lamentables. Pero nuestras distancias musicales y gastronómicas no pudieron con nosotros, así que finalmente se impuso la voluntad de hacer algo juntos y decidimos unirnos en una de nuestras pasiones compartidas: la poesía.
En contra dos es un libro de poemas que nace del encuentro y la complicidad. Se acompaña también de la complicidad de dos magníficos poetas: José María Micó (prólogo) y Ferrán Fernández (edición y corrección), y de un fotógrafo de lujo, Ronald Stallard (fotografías y videos de prensa).
Todo lo demás, será de los lectores.
-----------------------------
DOS A FAVOR
José María Micó
La poesía es el lugar en el que se encuentran la palabra, el pensamiento y la música. Lo demás es accesorio, pero el ritmo usual de la vida literaria y las imposiciones del yo nos han habituado a pensar en los libros de poesía como objetos en los que campea la experiencia intransferible de un solo individuo, o de un individuo solo. Sin embargo, la voz que habla en el poema es una entidad abstracta y el autor de carne y hueso suele ser un invento del destino. No se sabe bien por qué, empezamos a escribir en primera persona y a pergeñar versos con la esperanza de que los demás nos lean, confesando a gritos cosas inconfesables, o comunicando anécdotas de una vida que tal vez ni siquiera es la nuestra, pues no siempre se parece a la que vivimos y remeda torpe o hábilmente las vivencias que deseamos o imaginamos.
La belleza de En-contra-dosconsiste en que se trata de un libro raro, como encendido por el efecto de un fervor distinto: el fuego de un diálogo pactado pero sin duras condiciones previas, sin homogéneos turnos de palabra, sin más equilibrio que una alternancia caprichosa de sensaciones que equivalen, en su combinación, a la suma de dos experiencias que nos sorprenden, nos provocan, nos desnudan, nos divierten y nos enseñan sin dogmatismos la instintiva intimidad y el civismo consciente de dos individuos con los que es agradable y fácil identificarse. Es agradable y es fácil porque sus poemas, de forma tan variada que van del aforismo ingenioso a la prosa alucinada, configuran un mapa de lo humano con fuertes raíces en la vida (la suya y la nuestra) de todos los días.
La autora y el autor están aquí bien presentes, y como cada cual tiene su estilo y sus obsesiones, serían incluso reconocibles sin los minúsculos fetiches que los identifican: con contundencia se hace oír la voz sensual y precisa de Sandra Rehder en su capacidad evocadora y sentenciosa, y con sensualidad se imponen la moralidad inteligente y la conciencia retórica de Alejandro Crimi. Con modulación diversa, en una y en otro hay compromiso, y deseo, y humor, y lujuria, y afecto: un buen puñado de afinidades electivas que no implican despersonalización, sino que configuran un canto alterno de buenos solistas, un canto acordado y potente, como un dúo más de los que Sandra comparte con los mejores guitarristas que andan y tocan por estos pagos.
En mi primera lectura de En-contra-dos (que no ha sido la única ni será la última) me fui apuntando algunas frases más o menos sueltas: «todo malestar se disuelve con saliva», «Dios le da flechas a quien no tiene sexo», «la mala performance que exponen los buenos a la hora de competir», «el coraje siempre sabe más que el miedo», «un hombre como un tango bien parido», «busqué la luz y quedó en evidencia la oscuridad», «usar la voz que tengo», «cuando debería dormir te sueño y cuando duermo también», «el viento no sabe qué hacer conmigo», «nuestro verdadero rostro es el cuerpo», «solo envejezco para volver a verte» y un largo etcétera de destellos que aquí, sueltos y descarnados, no cumplen siempre el efecto que logran en su contexto, pero nos bastan para entender la variedad de registros y la capacidad expresiva de los autores.
Paradójicamente, en la afinidad aflora la diferencia, y la aparente simplicidad de la idea que sostiene el libro (dos autores para un solo volumen) asegura la originalidad del planteamiento y potencia la efectividad del mensaje, pues no se trata propiamente de una obra en colaboración, sino de una sucesión de complicidades. Y la primera complicidad es la ordenada armonía de sus secciones: la tensión de la palabra propia o ajena en «Arte poética», los cortocircuitos de la comunicación y la vida cotidiana en «Desencuentro» (me resulta imposible no pensar en el tango de Aníbal Troilo y Cátulo Castillo), la bestialidad atávica y la moderna fruición del sexo en «Erotismo», la perplejidad que deviene crítica en «Realidad», las ambigüedades del sentimiento en «Amor/Desamor» y las imágenes surreales o el sarcasmo en «Delirio».
Escribir no es exactamente vivir, pero la escritura es una extraña forma de conocimiento que nos desvela, a veces sin pretenderlo, los misterios de la existencia. Como en las parejas de otra índole que se forman al azar de los afectos, En-contra-dosreúne un buen puñado de instintivas lecciones —pero esta vez en verso— para entender la vida.
Y la entendemos doblemente.
-----------------------------
ROMPÍ CONSTELACIONES, fui sorda, ausente de todo,
viajé hacia el centro de la oscuridad
y encontré en el silencio lo que soñaba,
y lo que soñaba fue.
YO CREÍA
que lo había visto
casi todo
hasta que desprevenida
me caí en tus ojos
ESTE HOMBRE que me ama con locura
—nunca mejor utilizada la palabra—
me desorbita los ojos de ternura
y en colores me provoca los orgasmos.
A veces enumera, pone nombre
a cada peca que besa con sus labios,
me bebe el manantial, me sacrifica,
me lleva de mudanza a cada instante.
Este hombre tan difícil no vacila
en su paseo cotidiano de alto vuelo,
y cuando sufre, regresa o se ausenta,
insurgente yo leona quiebro el duelo,
le apuñalo esta vida que me queda.
Este hombre suculento y abrasivo
que provoca repensarme lo divino
abre mis venas, rescata lo perdido.
Ah! debo decirlo, este hombre mío
embiste, es como un tango bien parido.
-----------------------------
LA POESÍA consiste
en tensar el lenguaje,
hasta que la retórica
huya despavorida.
SIEMPRE GANAN los malos.
No sé por qué,
pero siempre ganan los malos.
Parece el efecto
de un conjuro universal
de dioses mediocres y frustrados
que se divierten
en el ejercicio de la injusticia.
O quizás sea simplemente
la naturaleza sádica del Cosmos.
Lo único que está
más o menos claro
es la mala performance
que exponen los buenos
a la hora de competir.
LOS DERECHOS
parecen ser
atributos
de las derechas.
Fotografías: Ronald Stallard