Existe un músico que domina más de 40 instrumentos de distintos países. Además interpreta todos los instrumentos presentes en sus más de 20 discos. En algunos trabajos ha llegado a inventar un idioma para cantar. Es autodidacta y desde 1972 viaja sin descanso por todo el mundo investigando sonidos, músicas e instrumentos. Inventó una guitarra de 14 cuerdas. No se considera virtuoso y entiende a la música como un medio cognitivo. Los críticos no pueden clasificarlo (ni entenderlo), y entonces le asignan etiquetas de New Age o World Music, aunque últimamente lo definen como etnomusicólogo. Su perfil intimista, complejo y exótico lo aleja del público masivo, pero se ha convertido en un autor de culto entre los psiconautas y los musicoterapeutas. Vive en Mallorca con Adela, su pareja argentina, y Yuko, su hija oriental. Su nombre es Stephan Micus, y su escencia es la pasión.
El contexto familiar
Ingrid y Eduard Micus viajaron en 1966 a Ibiza, y la emoción que sintieron por la isla los desbordó. Por ello, seis años más tarde dejaron su Alemania natal para radicarse definitivamente en la isla Balear, junto a sus dos hijos, Stephan (Stuttgart, 1953) y Katia (Stuttgart, 1956). Ingrid era una lectora formidable y la responsable del funcionamiento del hogar, y Eduard un pintor abstracto que tuvo mucha relevancia en el arte y la cultura ibicenca. Luego de la muerte de Eduard, en el año 2000, la finca familiar se transformó en el Espacio Micus (http://www.espacio-micus.com), un museo-taller devenido en galería o, si se lo prefiere, un espacio vanguardista para la abstracción.
La revelación
La experiencia de Stephan Micus con la música se inició en 1965, cuando cumplió los 12 años y vivía con su familia en Munich. En esa ocasión le regalaron una guitarra y la aprendió a tocar. Comenzó a interpretar canciones de rock en la escuela, y posteriormente los discos de Jethro Tull lo empujaron a tocar la flauta. Comenzó a escribir algunos textos en inglés, que acompañaba con su guitarra acústica, y compuso su primer disco. Pero antes de finalizar sus estudios, en 1971, escuchó por primera vez música clásica de la India y quedó absolutamente conmovido. Al año siguiente terminó la escuela y viajó a la India para aprender a tocar el sitar. A partir de ese momento, la sed de conocimiento de Stephan se desató y no se detuvo nunca.
De regreso de su viaje iniciático por la India se fue a Nueva York, donde permaneció alrededor de seis meses. En Manhattan conoció a la productora Judith Sherman (actual productora de Kronos Quartet), quien le grabó un programa de una hora en la WBAI, la famosa emisora de radio no comercial que con su slogan “Your Peace and Justice Community Radio Station” trasmitía en la FM 99.5 MHz. La WBAI, tildada de anarquista por sus detractores, tenía un perfil muy progresista. Su programación era de altísima calidad y su influencia superaba ampliamente el alcance de su onda radial. De hecho, muchos de los músicos que pasaban por ahí luego editaban sus trabajos en el prestigioso sello editorial ECM, de Alemania. Quizás por ello, Judith Sherman le recomendó especialmente a Stephan que de regreso a Munich no dejara de contactar a un tal Manfred Eicher. Ese hombre tenía su oficina a unos 20 kilómetros de la casa de Micus en Alemania, y era el propietario de ECM.
A Eicher le interesó la grabación que Stephan realizó para la WBAI y quedó en contestarle. Entretanto, Stephan, que ya dominaba sin problema instrumentos como el gender, la cítara, el shakuhachi, la guitarra acústica, el angklung o el rabab, viajó a Londres y grabó su primer disco: Archaic Concerts (Virgin, 1976). Luego le llevó el vinilo a Eicher y a partir de allí todos sus discos salieron con el sello ECM. En el caso de los dos primeros, Implosions (1977) y Koan (1977), ECM produjo el proceso creativo y la grabación, pero posteriormente Stephan ya tenía su propio estudio musical así que se encargaba de todo el proceso sin supervización alguna, cosa que le permitía una gran libertad para componer. Ese tipo de acuerdo es muy poco común en ECM, y refleja la confianza y el compromiso existentes entre las partes.
¿Qué es la libertad? Escuchen… o mejor dicho lean
Los impulsos de Stephan se repiten a lo largo de su historia: Un sonido lo encuentra a él y lo enamora o lo inquieta. A continuación identifica al instrumento que genera ese sonido, y luego va a buscarlo, esté donde esté, aunque se encuentre en el otro lado del mundo. Una vez que llega a las tierras que vieron nacer el sonido deseado, busca a un músico tradicional que domine ese instrumento y lo toma como maestro. Se mimetiza con el lugar y se olvida del tiempo: solo cuenta el instrumento y sus posibilidades sonoras. Se involucra con el instrumento, lo ritualiza, aprende a digitarlo, le busca todas las posibilidades expresivas que pudiera tener dentro y fuera del contexto de su uso, y una vez que ya lo incorporó a su intimidad, se siente con capacidad para contar lo aprehendido y graba un disco. Después de tanto sexo, se relaja para dejar su conciencia receptiva para una nueva sorpresa. Y entonces otro sonido lo descubre, y …
Y así durante décadas, en todos los continentes, compartiendo cielo con mosquitos y dioses de todos los colores.
Viaje al centro del sonido
En una entrevista con John Kelman, Stephan cuenta que durante un viaje a Milan en el que debía actuar tuvo la oportunidad de escuchar una grabación de Etiopía donde un músico local tocaba la bagana. La bagana es un cordófono o lira que se toca pellizcando las cuerdas con los dedos o utilizando un plectro de cuero en forma de punta de lanza (dehenizâ). Stephan viajó a Etiopía e investigó el tema. Se encontró con la particularidad de que la bagana tradicional se inventó hace siglos, pero en algún momento se extravió el método para afinar sus diez cuerdas. Si bien los etíopes la tocan con todas las cuerdas, solo se conoce la afinación de cinco de ellas. Por ello durante seis semanas Stephan trabajó hasta idear un sistema de afinación con el que pudiera utilizar las diez cuerdas. El resultado se puede escuchar en su disco Life (ECM, 2004), donde también experimentó con un texto y otros instrumentos como el dirluba (cordófono indio que se toca con arco), el sho (instrumento tradicional japonés construido con tallos huecos de bambú), las kyeezee (campanas de bronce usadas en los templos budistas de Bruma), los cymbals tibetanos, los gongs balinenses o el dondon (membranófono africano).
En sus composiciones, Stephan generalmente elige a uno o dos instrumentos como “protagonistas”, y a otros como “acompañantes”. Comienza a improvisar en su estudio de grabación hasta que desarrolla algo concreto y, cuando ya tiene el concepto de lo que quiere contar, programa un disco. Sus discos suelen estar divididos en partes, que funcionan como un conjunto. “Para mí un disco no es una suma de unas piezas que no tengan mucho que ver unas con otras. Siempre es un movimiento entero de principio a fin, como un viaje” dice Stephan en una entrevista concedida a Pachi Tapiz.
Epílogo
“Me interesa explorar, descubrir mundos a los que mucha gente no tiene acceso, sonidos que no han escuchado, y combinar instrumentos que jamás han sonado juntos por proceder de culturas diferentes”, ha dicho Stephan. Y es precisamente ese temperamento nómade el que le ha permitido la aventura épica de unir musicalmente todos los continentes del planeta.
Hace unos días le comentaba a mis amigos gatos, que si hubiera tenido la desgracia de nacer humano, habría intentado ser como Stephan Micus. O sea, un mal menor.
Gato Teo
(gatoteo@gmail.com)
DISCOGRAFÍA
2012 - Panagia
2010 - Bold as Light
2008 - Snow
2006 - On The Wing
2004 - Life
2002 - Towards the Wind
2001 - Desert Poems
1997 - The Garden of Mirrors
1994 - Athos
1992 - To the Evening Child
1990 - Darkness And Light
1989 - The Music Of StoneS
1988 - Twilight Fields
1986 - Ocean
1985 - East of the Night
1982 - Wings over Water
1981 - Koan
1980 - Listen to the Rain
1977 - Till the End of Time
1977 - Implosions