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Channel: Gato Teo
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Crítica de la razón normal

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Siempre le digo a mis amigos felinos que nunca subestimen el salvajismo de los humanos.
Cuando un humano clasifica algo, en realidad está implementando una condena.
Hasta el más extravagante de los Homo sapiens se maneja con un criterio ético y estético de "normalidad", que supone un conjunto político de inclusiones y exclusiones. O sea, lo supuestamente bueno-sano-lindo se incluye, y lo supuestamente malo-enfermo-feo se excluye. Por supuesto que siempre los criterios de inclusión (privilegios) y exclusión (marginación) los determinan los cretinos malnacidos que clasifican.
Finalmente los incluidos roban, y los policías le pegan a los excluidos.
Eso nunca cambia.

Lalo Ribó (heroico anormal mendocino, buen amigo y psicólogo social, entre otras cosas) puso en su muro de Facebook una imagen con el siguiente diálogo entre un niño y su madre:

- Mami, ¿qué es la normalidad?
- Un escondite lleno de gente muy rara.

Me pareció muy lúcido el diálogo, tanto desde la perspectiva del niño, que no logra entender algo tan retorcido como el concepto de "normalidad", como en la afirmación de la madre, que realiza una síntesis precisa y fenomenal del término.

Pero lo que me resultó más interesante del diálogo es la desmitificación de la palabra.
"Normalidad" supone fascismo, racismo, represión, genocidio, abuso y perversión. Cualquiera que no sea fascista, represor, genocida, abusador o perverso, puede entender esto sin problemas. Los demás seres gatos, humanos no fascistas, loros, cactus, grillos, etc., debemos sentirnos orgullosos en nuestras diferencias, que en definitiva son las que nos otorgan "identidad", que es justamente lo que más desquicia a los normalizadores.
Quienes tenemos conciencia de esta confrontación (identidad vs. normalidad, o si se quiere libertad vs. esclavitud), tenemos la responsabilidad de combatir a las momias vivientes que proclaman  la normalidad y generan patología (pensamiento único, religiones y cualquier otro sistema que encubra el flagrante delito del control del prójimo).
Una forma de comenzar la lucha contra estos malditos fascistas que intentan implementar una dictadura de la normalidad, puede ser la exposición de la propia particularidad como algo natural y legítimo. ¡Hay que salir del armario y plantarles cara a los normalizadores!

El pasado fin de semana, estuve charlando con un humano en el barrio gótico de Barcelona. El tipo no tenía ningún complejo, así que, cuando le pregunté sobre cuál era su particularidad, se largó a charlar sin pelos en la lengua. Fuera del armario, este hombre me pareció un ejemplo de identidad.
A continuación, transcribo parte de sus comentarios:

"Una de mis particularidades más intensas es la necesidad imperiosa de escuchar alguna melodía interpretada por un dan bau vietnamita como preámbulo del acto sexual.
Yo era impotente, o por lo menos eso creía. Durante mucho tiempo realicé diversos tratamientos contra la impotencia sexual sin obtener éxito alguno. Médicos, psicólogos y curanderos me tuvieron como conejillo de indias entre sus manos, sin lograr sacarme ni una gota de esperma. Pero cuando todo parecía perdido, ocurrió el milagro: una cálida tarde de primavera, mientras veía en la TV un documental sobre Vietnam, una melodía melancólica pareció estimular directamente mis volúmenes corporales de serotoninas y feromonas para producirme una descomunal erección. Dirigido por mi instinto atávico comencé a masturbarme, y borbotones de semen transformaron mi confusión en sorpresa.
Había logrado identificar a la música vietnamita como la inductora de mi extraviada libido, pero no sabía nada de música vietnamita, y menos de sus instrumentos tradicionales. Así que, ansioso de un "revival" ereccional me interné en internet y me pasé dos días buscando información sobre música vietnamita. 
Dan moi, o arpa de boca vietnamita
Encontré en Youtube varios videos de músicos vietnamitas tocando el  dan moi, que es el idiófono (lamelófono) tradicional de Vietnam; pero cuando escuchaba sus sonidos, si bien podía detectar cierta sensibilidad en algunos sectores del escroto y en la parte superior de mi glande, no lograba endurecer el miembro viril. Probé con escuchar entonces unas melodías interpretadas en kèn bầu, el famoso instrumento de viento de dobre lengüeta que se toca dominando la respiración circular, pero mi pene no reaccionó. 




Y cuando la añoranza de una nueva erección se convertía en pura ansiedad, ocurrió el milagro: me encontré con un video de Hoang Ngoc Bich, tocando un solo de dan bau en un festival de Vancouver, en 2011. El resultado fue desvastador... 
Hoang Ngoc Bich pasó a ser mi mito erótico, borró de mi imaginario sexual a Bettie Page y Jane Birkin e instaló un paradigma sensual irrevocable en mis fantasías oníricas. Pero pronto descubrí que Hoang Ngoc Bich no era la dueña de mis deseos: con Pham Duc Thanh mi pene se volvía loco de alegría. 
Dan bau
¿Qué me sucedía? A diferencia de Hoang Ngoc Bich, que era una mujer bella e interesante, Pham Duc Thanh era un hombre mayor y distante de mis morbosidades de antaño. 
¿Era yo un bisexual no asumido?
Luego de algunos meses de experimentos erógenos, entendí que el disparador de mis tremendas erecciones no era ni la enigmática Hoang Ngoc Bich ni el serio Pham Duc Thanh, sino el propio dan bau.
¿Qué extraño destino vinculaba mis orgasmos a un monocordio vietnamita?
Buscando relaciones que me ayudaran a resolver los interrogantes que se acumulaban en mi cerebro, pensé que quizás mis ideas políticas tuvieran algo que ver. Siempre he considerado a EEUU como lo más nefasto de esta época. Y cuando el desencanto me invade, pienso en Ho Chi Minh y recupero esperanzas. Vietnam le ganó una guerra a EEUU: eso representó un hecho erótico, una bocanada de aire fresco y un resultado extático. Belleza, justicia y porvenir. Épica existencial en estado puro. No me extrañaría confirmar que Ho Chi Minh en sus ratos libres tocara el dan bau. 
Ho Chi Minh
Entonces pensé... ¿no será que mi libido necesita una relación de vitalidad ideológica para manifestarse y encuentra en Vietnam su epopeya ideal?
Pero... si fuera así, ¿por qué el dan bau y no el dan moi ni el kèn bầu? Los tres instrumentos son vietnamitas, pero sólo el dan bau me produce afrodisia acústica.
Busqué entonces alguna pista en la historia. Los primeros dan baus se fabricaban hace más de mil años con cañas de bambú y varas flexibles de cuernos de búfalo. Los músicos combinaban los armónicos naturales en la única cuerda. Cuenta una leyenda popular, que el primer dan bau sonó en las manos de una mujer ciega, cuyo esposo había marchado a la guerra. La mujer tocaba en el mercado y vivía de la limosna que le daban por digitar el curioso instrumento. Me resultaba muy erótico relacionar al fálico dan bau en la mano de la ciega de la leyenda, como sustituto amoroso de su marido ausente (seguramente muerto en la guerra). 
Pero... ¿cómo se podría relacionar esa historia con los condicionantes de mis erecciones?, ¿sería yo la reencarnación de un soldado vietnamita muerto hace un milenio? ¿de dónde provenían mis referentes?, ¿acaso era real el inconciente colectivo descrito por Jung?
El tiempo pasó, y nunca encontré una respuesta contundente a la relación existente entre el dan bau y mis genitales. Pero eso no me conflictuó. En definitiva había resuelto mi problema más angustiante. El sexo dejó de ser una limitación, para comenzar a ser un compañero de ruta. Eso sí, siempre llevo conmigo un lector de mp3 con una tarjeta SD llena de música interpretada en dan bau: La epifanía del erotismo nunca se anuncia con anticipación."


Kèn bầu
Pham Duc Thanh


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