PAROLES, PAROLES
Uno de los factores que hacen del Homo sapiens la especie más predatora del planeta es su apasionada obsesión colonialista. Los humanos se pasan la vida intentando colonizar a sus semejantes y a sus no semejantes. Y para justificar su particular instinto, elaboran unas complejas trampas que insertan en el lenguaje. Así, en su afán de controlar y dominar todo lo que lo rodea, el ser humano selecciona cuidadosamente conjuntos de palabras, las secuestra, las desvirtúa y posteriormente las ultrapolitiza. De esa manera logra una alta eficiencia en el arte de la manipulación, y ordena las variables psíquicas de su falsa conciencia.
Las palabras que los humanos secuestran, van cambiando según las épocas. Entre las palabras rehenes más conocidas de los últimos siglos se encuentran:
En nombre de estas pobres siete palabras, se han cometido las atrocidades más espeluznantes que se pueda imaginar.
Las siete palabras citadas han sido violadas y torturadas sistemáticamente por distintos grupos de colonialistas. Para ellas no ha habido piedad ni perdón. Nadie sabe en realidad si alguna vez significaron algo concreto o real, pero en la actualidad está claro que son palabras abstractas que no significan nada (1). En su lamentable estado semiótico, estas palabras han servido para implementar genocidios y desvastar territorios, y su ambigüedad conceptual ha protagonizado la médula de las principales proclamas y declamaciones de las civilizaciones conocidas.
Pero es obvio que los colonialistas bípedos no se conforman con la vejación de estas siete palabras. Sus ansias de destrucción requieren de la implementación de una ingeniería de despersonalización semántica que involucra a numerosas palabras de perfil más bajo que las nombradas anteriormente. Se trata de palabras que no suelen despertar sospechas, palabras humildes que pueden pasar desapercibidas, palabras a las que nadie revisa en los controles de aduana. Palabras "mulas" (2), que llevan en su interior el virus de la manipulación.
Una palabra "mula" de altísima sofisticación es "adicción".
ADICCIÓN
La Real Academia Española, también llamada por nosotros los gatos como "El Vaticano de las Letras", define a la palabra adicción de la siguiente manera:
adicción.
(Del lat. addictĭo, -ōnis).
1. f. Hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas tóxicas, o por la afición desmedida a ciertos juegos.
2. f. desus. Asignación, entrega, adhesión.
O sea, antes de ser secuestrada por la intelligentsia colonialista (3), la palabra "adicción" hacía referencia a "asignación", y luego de su reprogramación semántica hace referencia a... ¿el hábito de personas dominadas por drogas tóxicas o juegos?
La modernidad muchas veces llega al lenguaje con carne podrida...
Cualquier científico o estudioso sabe perfectamente que la toxicidad de cualquier sustancia depende de la dosis de su consumo. El pollo no es tóxico, pero si uno se como tres pollos tendrá un efecto perjudicial sobre su salud. Pero el pollo no es una droga. Lo mismo sucede con el vino, las alcachofas, el perejil o el solomillo de cerdo. Pero si un pollo no es una droga, ni domina a nadie ¿qué es una droga?
Pues "droga" se define como cualquier cosa que produzca "efectos en el sistema nervioso central modificando el estado de ánimo o produciendo placer, y que puede tener potencial de abuso y perjuicio".
¿Potencial de abuso?
A ver... si una persona tiene sed bebe agua, ¿no?. Eso le genera un efecto tranquilizante en el sistema nervisos central y le produce placer ¿sí?. Pero si esa persona se toma 23 litros o se ahoga va a tener un problema de salud (4). Entonces... ¿El agua es droga? ¿dónde está el problema, en la conducta de esa persona o en las propiedades "tóxicas" del agua?
Nada tiene en sí mismo un determinado potencial de abuso. Sin embargo es muy frecuente que personas con problemas agudos o transtornos psíquicos tiendan a presentar una tendencia a abusar de algo, como forma de compensación de sus conflictos.
En definitiva, el mal uso o abuso de algo supone un problema interno del consumidor (como emergente de su contexto familiar y social), y la toxicidad del agua es tan relativa como la de la marihuana
¿Entonces qué es droga?
Todo; o lo que es lo mismo: nada.
Simplemente otra palabra "mula".
Alrededor de la droga hay ignorancia (5), personas que no encuentran "su lugar en el mundo", víctimas de maltrato, gente abandonada (6) y confundida, humanoides despreciables que se aprovechan de la debilidad ajena, insensibilidad social y desidia institucional.
La droga es un tema político, tan político como la adicción.
Volviendo a "adicción", y habiendo comprobado la falta de precisión de la DRAE, que incluso involucra a los "juegos" sin especificar nada (¿el ajedrez es nocivo a la salud?, ¿y la rayuela?), debemos entender que se trata de una palabra "mula" necesaria para inventar el demonio de la droga y estigmatizar a un sector de la población que no resulta muy funcional al sistema, ya sea porque tiene problemas psicológicos o porque busca el placer (7).
En este punto los profesionales de la salud sostienen que "las adicciones modernas implican conductas y no sustancias". Lo curioso es que reconocido eso no se inicien los mecanismos pertinentes para despenalizar a las numerosas sustancias afectadas a procesos judiciales (8). Por otro lado, el establishment médico se desmarca de la definición de la DRAE y habla de adicción como "una enfermedad primaria, que afecta al cerebro." De ahí que el adicto sea un enfermo.
Y eso sí que es cierto: los adictos son enfermos. Padecen de "olvido social" (9).
Nosotros los gatos, sostenemos que las personas que tienen problemas con determinadas sustancias no tienen que ser encarceladas o multadas, sino que deben ser protegidas y tratadas clínicamente, en un contexto de respeto y contención real. Sería estúpido e irresponsable negar el problema de la adicción, pero también es estúpido buscar los chivos expiatorios en plantitas o "amistades peligrosas".
El miedo inducido desde el Estado genera en los padres un intenso temor a que sus hijos "caigan" en las garras de las drogas y en el infierno de la adicción. Pero el principal riesgo de las adicciones muchas veces se desarrolla en el propio seno familiar: padres que no saben escuchar ni logran entender las necesidades de sus hijos, problemas de comunicación, falsa moral, imposiciones autoritarias, transmisión de frustraciones y un largo etc.
La fórmula de las adicciones se podría resumir de la siguiente manera:
1- Sociedad gobernada por la dictadura del empresariado + Educación utilitarista + Padres que creen saberlo todo + Falta de placer y realización personal = Hijos frágiles y mal contenidos.
2- Hijos frágiles, consumistas, castrados o mal contenidos = Predisposición alta a las adicciones.
No hay indicios de problemas de adicción en la antigüedad. La adicción es una "nueva enfermedad" originada en las postrimerías de la Revolución Industrial como producto de la incorporación cultural del consumismo obsesivo en todos sus niveles. La adicción es una manifestación del capitalismo moderno, no se puede entender fuera de él.
Decenas de personas pierden la vida todos los meses en España por accidentes automovilísticos, y no se conoce ni un caso de muerte por inhalación de Cannabis sativa. Sin embargo no se prohiben la venta de los automóviles y sí la de marihuana. En las familias, en las calles o en las oficinas, es común observar a cientos de personas que tienen como único sentido de vida la acumulación de dinero; personas que no dudarían ni un segundo en vender a sus madres o traicionar a sus amigos por un puñado de euros; personas que tienen una conducta obsesivo-compulsiva con el lucro. Pero nadie dirá que esas personas sufren de adicción, nadie pensará que son "adictas al dinero" o "adictas al lucro".
El dinero no es tóxico, es Dios.
La mayoría de los empresarios son verdaderos yonkis, pero nadie los encarcela ni apalea. Ellos gobiernan, roban, estafan, corrompen y degradan, pero la opinión pública los admira. Incluso la gran mayoría de los padres que pululan por el mundo se sentirían felices si sus hijos lograran convertirse en exitosos empresarios (o sea en enfermos adictos al dinero).
Sí, son los mismos padres que luego se escandalizan porque la hija adolescente se fumó un porro.
La modernidad globalizó la vanalización de los valores.
Un yonki de heroína está igual de muerto que un maldito empresario. La diferencia está en que el primero dura menos y no jode mucho a los demás, mientras que el segundo es una verdadera lacra social.
DELIRIO BIZARRO
Dejando atrás el intento de "deconstrucción" de la palabra adicción, resulta interesante visualizar no sólo su éxito como vocablo "mula" sino su fama alcanzada.
Durante las últimas décadas, las escuelas de psicología han evolucionado sus contenidos. Con la excusa de proporcionar una "salida laboral" a sus estudiantes, los contenidos curriculares de las carreras de psicología se orientaron hacia el mundo de la empresa. Así los psicólogos y psicólogas (10) han utilizado su creatividad y sus conocimientos para inventar eufemismos (a los trabajadores o empleados ahora los llaman "recursos humanos" (11), por ejemplo) y para clasificar con nombres estúpidos cualquier cosa que no funcione bien (12). Por esta razón, y para justificar la asistencia académica en charlas y congresos, los licenciados y las licenciadas "psi" se vieron obligados y obligadas a usar el Microsoft Word para componer ponencias y monografías varias. El resultado fueron las gloriosas "nuevas adicciones", que intentan transgredir abiertamente a cualquier forma de inteligencia constituida.
Las llamadas "nuevas adicciones" suponen la absoluta abolición de los contextos.
Es como si se construyera una muralla China entre la historia de la ciencia y el capitalismo bananero actual.
La lumpenpsicología actual entiende que todos los pacientes son unos putos obsesivos compulsos. Entonces según el problema que tengan, le asignan una adicción. Así nacen la adicción al sexo, a la madre, al trabajo, a internet, a los videojuegos, a las compras, a la televisión, al alimento, a las nuevas tecnologías, al deporte, a las redes sociales, al estudio, al ejercicio y a la concha de la lora. Y lo más alucinante es que cobran por sus diagnósticos.
Vygotski, Freud, Jung, Skinner, Piaget, Adler, Pichon-Rivière y Lacan se retuercen en la tumba y se preguntan: ¿en qué nos equivocamos?
Notas:
(1) - O quizás las siete signifiquen lo mismo.
(2) - El nombre "mula" hace referencia a las personas que intentan pasar drogas (escondidas en sobrefondos de maletas, en la ropa o en el intestino) en las aduanas de frontera, generalmente pagadas por narcotraficantes. Otro nombre que se utiliza en España para tal fin es "bolero", por las "bolas" que se tragan y transportan en los intestinos.
(3) - Por "intelligentsia colonialista" me refiero a la pulsión inconciente de los humanos por predar al prójimo.
(4) - Excepto que sea un reptiliano con bránqueas.
(5) - Tanto en consumidores, como en profesionales de la salud o padres que creen en esos profesionales de la salud.
(6) - Abandono económico, físico o afectivo.
(7) - No existe una legislación penal consensuada contra aquel que busca sufrimiento (autoflagelación) o incluso autoeliminación (suicidio), en cambio sí la hay contra quien busca placer (consumo de drogas, sexo de pago, etc.). Algo típico de las sociedades libidofóbicas.
(8) - El surrealismo bizarro de los humanos no tiene límite.
(9) - Las instituciones modernas, gobernadas en su totalidad por criterios empresariales, presentan un excesivo "potencial de abuso y perjuicio" sobre sus contribuyentes.
(10) - Siempre influenciados por los psiquiatras, que representan los verdaderos funcionarios políticos de la salud. La psicología es la hija bastarda de la psiquiatría. Por eso los psiquiatras cobran más y trabajan menos.
(11) - Suena frío, muy frío... Cruel.
(12) - Bueno... para hacer justicia hay que decir que la manía clasificatoria en su versión ridícula tiene origen en la medicina. Recordemos por ejemplo los numerosos e infinitos complejos o síndromes que han utilizado los presuntuosos profesionales de la salud para referenciar determinados conflictos: Complejo de Edipo, Complejo de Electra, Síndrome de Diógenes, Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, Síndrome de Huckleberry Finn, Síndrome de Madame Bovary (o bovarismo)... No sé muy bien qué droga consume esta gente, pero me gustaría probarla.
Uno de los factores que hacen del Homo sapiens la especie más predatora del planeta es su apasionada obsesión colonialista. Los humanos se pasan la vida intentando colonizar a sus semejantes y a sus no semejantes. Y para justificar su particular instinto, elaboran unas complejas trampas que insertan en el lenguaje. Así, en su afán de controlar y dominar todo lo que lo rodea, el ser humano selecciona cuidadosamente conjuntos de palabras, las secuestra, las desvirtúa y posteriormente las ultrapolitiza. De esa manera logra una alta eficiencia en el arte de la manipulación, y ordena las variables psíquicas de su falsa conciencia.
Las palabras que los humanos secuestran, van cambiando según las épocas. Entre las palabras rehenes más conocidas de los últimos siglos se encuentran:
Dios - Amor - Pueblo - Libertad
Moral - Derecho - Patria
En nombre de estas pobres siete palabras, se han cometido las atrocidades más espeluznantes que se pueda imaginar.
Las siete palabras citadas han sido violadas y torturadas sistemáticamente por distintos grupos de colonialistas. Para ellas no ha habido piedad ni perdón. Nadie sabe en realidad si alguna vez significaron algo concreto o real, pero en la actualidad está claro que son palabras abstractas que no significan nada (1). En su lamentable estado semiótico, estas palabras han servido para implementar genocidios y desvastar territorios, y su ambigüedad conceptual ha protagonizado la médula de las principales proclamas y declamaciones de las civilizaciones conocidas.
Pero es obvio que los colonialistas bípedos no se conforman con la vejación de estas siete palabras. Sus ansias de destrucción requieren de la implementación de una ingeniería de despersonalización semántica que involucra a numerosas palabras de perfil más bajo que las nombradas anteriormente. Se trata de palabras que no suelen despertar sospechas, palabras humildes que pueden pasar desapercibidas, palabras a las que nadie revisa en los controles de aduana. Palabras "mulas" (2), que llevan en su interior el virus de la manipulación.
Una palabra "mula" de altísima sofisticación es "adicción".
ADICCIÓN
La Real Academia Española, también llamada por nosotros los gatos como "El Vaticano de las Letras", define a la palabra adicción de la siguiente manera:
adicción.
(Del lat. addictĭo, -ōnis).
1. f. Hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas tóxicas, o por la afición desmedida a ciertos juegos.
2. f. desus. Asignación, entrega, adhesión.
O sea, antes de ser secuestrada por la intelligentsia colonialista (3), la palabra "adicción" hacía referencia a "asignación", y luego de su reprogramación semántica hace referencia a... ¿el hábito de personas dominadas por drogas tóxicas o juegos?
La modernidad muchas veces llega al lenguaje con carne podrida...
Cualquier científico o estudioso sabe perfectamente que la toxicidad de cualquier sustancia depende de la dosis de su consumo. El pollo no es tóxico, pero si uno se como tres pollos tendrá un efecto perjudicial sobre su salud. Pero el pollo no es una droga. Lo mismo sucede con el vino, las alcachofas, el perejil o el solomillo de cerdo. Pero si un pollo no es una droga, ni domina a nadie ¿qué es una droga?
Pues "droga" se define como cualquier cosa que produzca "efectos en el sistema nervioso central modificando el estado de ánimo o produciendo placer, y que puede tener potencial de abuso y perjuicio".
¿Potencial de abuso?
A ver... si una persona tiene sed bebe agua, ¿no?. Eso le genera un efecto tranquilizante en el sistema nervisos central y le produce placer ¿sí?. Pero si esa persona se toma 23 litros o se ahoga va a tener un problema de salud (4). Entonces... ¿El agua es droga? ¿dónde está el problema, en la conducta de esa persona o en las propiedades "tóxicas" del agua?
Nada tiene en sí mismo un determinado potencial de abuso. Sin embargo es muy frecuente que personas con problemas agudos o transtornos psíquicos tiendan a presentar una tendencia a abusar de algo, como forma de compensación de sus conflictos.
En definitiva, el mal uso o abuso de algo supone un problema interno del consumidor (como emergente de su contexto familiar y social), y la toxicidad del agua es tan relativa como la de la marihuana
¿Entonces qué es droga?
Todo; o lo que es lo mismo: nada.
Simplemente otra palabra "mula".
Alrededor de la droga hay ignorancia (5), personas que no encuentran "su lugar en el mundo", víctimas de maltrato, gente abandonada (6) y confundida, humanoides despreciables que se aprovechan de la debilidad ajena, insensibilidad social y desidia institucional.
La droga es un tema político, tan político como la adicción.
Volviendo a "adicción", y habiendo comprobado la falta de precisión de la DRAE, que incluso involucra a los "juegos" sin especificar nada (¿el ajedrez es nocivo a la salud?, ¿y la rayuela?), debemos entender que se trata de una palabra "mula" necesaria para inventar el demonio de la droga y estigmatizar a un sector de la población que no resulta muy funcional al sistema, ya sea porque tiene problemas psicológicos o porque busca el placer (7).
En este punto los profesionales de la salud sostienen que "las adicciones modernas implican conductas y no sustancias". Lo curioso es que reconocido eso no se inicien los mecanismos pertinentes para despenalizar a las numerosas sustancias afectadas a procesos judiciales (8). Por otro lado, el establishment médico se desmarca de la definición de la DRAE y habla de adicción como "una enfermedad primaria, que afecta al cerebro." De ahí que el adicto sea un enfermo.
Y eso sí que es cierto: los adictos son enfermos. Padecen de "olvido social" (9).
Nosotros los gatos, sostenemos que las personas que tienen problemas con determinadas sustancias no tienen que ser encarceladas o multadas, sino que deben ser protegidas y tratadas clínicamente, en un contexto de respeto y contención real. Sería estúpido e irresponsable negar el problema de la adicción, pero también es estúpido buscar los chivos expiatorios en plantitas o "amistades peligrosas".
El miedo inducido desde el Estado genera en los padres un intenso temor a que sus hijos "caigan" en las garras de las drogas y en el infierno de la adicción. Pero el principal riesgo de las adicciones muchas veces se desarrolla en el propio seno familiar: padres que no saben escuchar ni logran entender las necesidades de sus hijos, problemas de comunicación, falsa moral, imposiciones autoritarias, transmisión de frustraciones y un largo etc.
La fórmula de las adicciones se podría resumir de la siguiente manera:
1- Sociedad gobernada por la dictadura del empresariado + Educación utilitarista + Padres que creen saberlo todo + Falta de placer y realización personal = Hijos frágiles y mal contenidos.
2- Hijos frágiles, consumistas, castrados o mal contenidos = Predisposición alta a las adicciones.
No hay indicios de problemas de adicción en la antigüedad. La adicción es una "nueva enfermedad" originada en las postrimerías de la Revolución Industrial como producto de la incorporación cultural del consumismo obsesivo en todos sus niveles. La adicción es una manifestación del capitalismo moderno, no se puede entender fuera de él.
Decenas de personas pierden la vida todos los meses en España por accidentes automovilísticos, y no se conoce ni un caso de muerte por inhalación de Cannabis sativa. Sin embargo no se prohiben la venta de los automóviles y sí la de marihuana. En las familias, en las calles o en las oficinas, es común observar a cientos de personas que tienen como único sentido de vida la acumulación de dinero; personas que no dudarían ni un segundo en vender a sus madres o traicionar a sus amigos por un puñado de euros; personas que tienen una conducta obsesivo-compulsiva con el lucro. Pero nadie dirá que esas personas sufren de adicción, nadie pensará que son "adictas al dinero" o "adictas al lucro".
El dinero no es tóxico, es Dios.
La mayoría de los empresarios son verdaderos yonkis, pero nadie los encarcela ni apalea. Ellos gobiernan, roban, estafan, corrompen y degradan, pero la opinión pública los admira. Incluso la gran mayoría de los padres que pululan por el mundo se sentirían felices si sus hijos lograran convertirse en exitosos empresarios (o sea en enfermos adictos al dinero).
Sí, son los mismos padres que luego se escandalizan porque la hija adolescente se fumó un porro.
La modernidad globalizó la vanalización de los valores.
Un yonki de heroína está igual de muerto que un maldito empresario. La diferencia está en que el primero dura menos y no jode mucho a los demás, mientras que el segundo es una verdadera lacra social.
DELIRIO BIZARRO
Dejando atrás el intento de "deconstrucción" de la palabra adicción, resulta interesante visualizar no sólo su éxito como vocablo "mula" sino su fama alcanzada.
Durante las últimas décadas, las escuelas de psicología han evolucionado sus contenidos. Con la excusa de proporcionar una "salida laboral" a sus estudiantes, los contenidos curriculares de las carreras de psicología se orientaron hacia el mundo de la empresa. Así los psicólogos y psicólogas (10) han utilizado su creatividad y sus conocimientos para inventar eufemismos (a los trabajadores o empleados ahora los llaman "recursos humanos" (11), por ejemplo) y para clasificar con nombres estúpidos cualquier cosa que no funcione bien (12). Por esta razón, y para justificar la asistencia académica en charlas y congresos, los licenciados y las licenciadas "psi" se vieron obligados y obligadas a usar el Microsoft Word para componer ponencias y monografías varias. El resultado fueron las gloriosas "nuevas adicciones", que intentan transgredir abiertamente a cualquier forma de inteligencia constituida.
Las llamadas "nuevas adicciones" suponen la absoluta abolición de los contextos.
Es como si se construyera una muralla China entre la historia de la ciencia y el capitalismo bananero actual.
La lumpenpsicología actual entiende que todos los pacientes son unos putos obsesivos compulsos. Entonces según el problema que tengan, le asignan una adicción. Así nacen la adicción al sexo, a la madre, al trabajo, a internet, a los videojuegos, a las compras, a la televisión, al alimento, a las nuevas tecnologías, al deporte, a las redes sociales, al estudio, al ejercicio y a la concha de la lora. Y lo más alucinante es que cobran por sus diagnósticos.
Vygotski, Freud, Jung, Skinner, Piaget, Adler, Pichon-Rivière y Lacan se retuercen en la tumba y se preguntan: ¿en qué nos equivocamos?
Gato Teo
(gatoteo@gmail.com)
Corresponsal Desde el Más Allá
Corresponsal Desde el Más Allá
Notas:
(1) - O quizás las siete signifiquen lo mismo.
(2) - El nombre "mula" hace referencia a las personas que intentan pasar drogas (escondidas en sobrefondos de maletas, en la ropa o en el intestino) en las aduanas de frontera, generalmente pagadas por narcotraficantes. Otro nombre que se utiliza en España para tal fin es "bolero", por las "bolas" que se tragan y transportan en los intestinos.
(3) - Por "intelligentsia colonialista" me refiero a la pulsión inconciente de los humanos por predar al prójimo.
(4) - Excepto que sea un reptiliano con bránqueas.
(5) - Tanto en consumidores, como en profesionales de la salud o padres que creen en esos profesionales de la salud.
(6) - Abandono económico, físico o afectivo.
(7) - No existe una legislación penal consensuada contra aquel que busca sufrimiento (autoflagelación) o incluso autoeliminación (suicidio), en cambio sí la hay contra quien busca placer (consumo de drogas, sexo de pago, etc.). Algo típico de las sociedades libidofóbicas.
(8) - El surrealismo bizarro de los humanos no tiene límite.
(9) - Las instituciones modernas, gobernadas en su totalidad por criterios empresariales, presentan un excesivo "potencial de abuso y perjuicio" sobre sus contribuyentes.
(10) - Siempre influenciados por los psiquiatras, que representan los verdaderos funcionarios políticos de la salud. La psicología es la hija bastarda de la psiquiatría. Por eso los psiquiatras cobran más y trabajan menos.
(11) - Suena frío, muy frío... Cruel.
(12) - Bueno... para hacer justicia hay que decir que la manía clasificatoria en su versión ridícula tiene origen en la medicina. Recordemos por ejemplo los numerosos e infinitos complejos o síndromes que han utilizado los presuntuosos profesionales de la salud para referenciar determinados conflictos: Complejo de Edipo, Complejo de Electra, Síndrome de Diógenes, Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, Síndrome de Huckleberry Finn, Síndrome de Madame Bovary (o bovarismo)... No sé muy bien qué droga consume esta gente, pero me gustaría probarla.